viernes, 10 de octubre de 2014

No basta con amar

El marido era un hombre robusto, de la voz fuerte y los modales ásperos. Ella, la esposa, era una mujer dulce y delicada. Se habían casado. El no le hacía faltar nada, y ella cuidaba de la casa y educaba a los hijos. Los hijos crecieron, se casaron y se alejaron de sus padres. Una historia como tantas. Pero cuando todos los hijos se fueron de la casa, la esposa perdió su sonrisa, se hizo siempre más sutil y casi transparente. No podía ya comer y en poco tiempo no se levantó más de la cama. El marido preocupado la llevó a un hospital. Llegaron a visitarla los médicos y doctores más competentes y famosos. Nadie lograba descubrir el tipo de enfermedad que ella tenía. Sacudían la cabeza y se decían: "¿Quién sabe?"

El último especialista, que la visitó, le dijo por separado al marido: "Yo diría, con toda franqueza, que su esposa no tiene ya ganas de vivir. Es por eso que ningún remedio le puede servir". Sin decir una palabra aquel hombre vigoroso y grande, se sentó al lado de la cama de su mujer, la tomó de la mano y, con su voz fuerte, le dijo decididamente: "Tú no morirás".

"¿Por qué?" le preguntó con un hilo de voz su mujer. "Por qué yo te quiero y no puedo vivir sin ti". Y, entonces, la esposa, sonriendo y con un filo de voz, le contestó: "¿Por qué no me lo dijiste antes?" Y de aquel momento comenzó a estar mejor.

"No basta amar", decía Don Bosco. Los jóvenes tienen que darse cuentas que los amamos. "Procura hacerte amar" le decía Don Bosco a Don Miguel Rua, al enviarlo como director a un Colegio de muchachos. Si los jóvenes se sienten amados aceptan a sus educadores y creen en lo que le dicen y aprender los valores que les quieren enseñar.. Pero si no se sienten amados, de nada sirve todo el esfuerzo para educarlos; si no aceptan al educador no va a aceptar nada de lo que se les dice. Se cierran en sí mismos y no se dejan educar.

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