Un papá preguntó a su hijo Alejo de
cinco años de edad: "¿Qué es lo que más te gusta de papá?" Y el niño
contestó: "Lo que más me gusta de papá es................. mamá".
Se había dado cuenta Alejo que papá y
mamá eran de veras una sola cosa, y que los dos se amaban como a sí
mismos. "Los maridos deben amar a su esposas como aman a sus propios
cuerpos. Amar a su esposa, ¿no es amarse a sí mismo?" (Ef 5,28). No es
tan fácil llegar a "amar al otro como a sí mismo". El egocentrismo nos
encierra en nosotros mismos y nos impide amar al otro identificándonos
con él. Ni siquiera entre marido y mujer es fácil aquella identidad que
en cambio fácilmente se realiza entre madre e hijo. Amando a sus hijos
los padres se aman a sí mismos porque los hijos, en cierto sentido, son
parte de los padres. Pero no se puede decir la misma cosa cuando se
trata de marido y mujer.
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